Dar una vuelta por el entorno de la "NUBE" siempre resulta emocionante. Pero la espectacular visión de Granada desde la terraza, el olor a tierra mojada y las evocadoras nubes que eventualmente adornan el firmamento, me elevan a lo más profundo del universo conocido.
En la playa Poniente de Motril, los pilares de las pérgolas contrastan con la tierra abandonada de su vega. Resplandece la malahierba. Campos amarillos, campos malvas, enmarcados por los árboles raquíticos. En el horizonte, la roca de las montañas. De allí vienen los arroyos espejeantes que lagrimean a los sedientos parajes.
El mar está en un lugar rodeado de montañas con la insólita cualidad de parecer elástico. Tienes la sensación de poder abrazar las rocas con las manos y, al mismo tiempo, la de estar desbordado, inmerso en una Naturaleza en permanente expansión.